Actualización 19 de marzo 2016:
Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com
He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!
Cintia
Cada vez estoy más convencida que todos tenemos un destino que está muy relacionado con nuestra misión de vida. Al parecer, cuando nuestra alma se encarna en la Tierra, en tu cuerpo físico, ya elije cuál será su misión en ésta vida, cuál será el propósito por el cuál decide volver.
Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com
He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!
Cintia
Cada vez estoy más convencida que todos tenemos un destino que está muy relacionado con nuestra misión de vida. Al parecer, cuando nuestra alma se encarna en la Tierra, en tu cuerpo físico, ya elije cuál será su misión en ésta vida, cuál será el propósito por el cuál decide volver.
Seguir tu destino es seguir tu corazón, esa voz que te
susurra en silencio, que te guía y marca el camino conectándote con tu esencia,
con tus dones, con tus talentos… con lo que te hace feliz. Esas cosas que hemos
hecho de pequeños de forma tan natural, esas cosas que nos dejaban absortos
durante horas, esas actividades que nos hacían sentir satisfacción y gozo, esas
actividades que anhelábamos realizar más a menudo eran indicios de un don que
ya venía con nosotros “de fábrica” o se estaba gestando. O tal vez lo descubres
de repente, de manera súbita al despertar y te das cuenta que hay “algo más” que
mueve tu vida y es el motivo principal por el cuál estás aquí.
Pintar, escribir, hacer deporte, caminar por la montaña,
ayudar a otras personas, diseccionar insectos, hacer música, cuidar de los
animales y las plantas, poner las manos encima de otras personas con la
intención de sanarles, luchar contra las injusticias sociales… son algunas de
las cosas que ya desde niños nos guiaban en el camino pero que a menudo de
adultos olvidamos, aparcamos, dejamos o posponemos simplemente porque nos
apartamos del camino, porque se nos olvida la misión de nuestra alma, porque
acabamos llevando vidas rutinarias o autómatas donde se antepone “lo que toca”,
al desarrollo de nuestros talentos y la creatividad.
El sistema educativo tampoco nos educa en el talento, ni nos
ayuda a creer en nuestro potencial y en nuestra inherente capacidad creativa.
Más bien nos castra, y acabamos creyendo que el arte y la mística son
actividades poco productivas con las que ganarse la vida. Vivimos en un modelo
de sociedad donde se promueve la productividad antes que desarrollo de otras
inteligencias y dones más intuitivos y/o creativos. Una sociedad que, en líneas
generales, no nos incentiva a volar y salirnos de los parámetros socialmente
“correctos” o bien vistos. Más bien te infunde miedo y un sinfín de creencias
limitantes para que te quites todos ésos pájaros de la cabeza y pienses más
“racionalmente”.
Lo mejor que te puede pasar en la vida es que llegue un día
en que te indigestes de ésta sociedad y de toda esa herencia cultural y tengas
que replantearte si el camino que elegiste un día (tal vez aún sin el
conocimiento de ti mismo que tienes ahora) es el camino que te lleva al
desarrollo de todos tus talentos. Tendrás que valorar y decidir si te compensa
mantenerte cómodo en una determinada actividad o trabajo, pero pagando el coste
de una insatisfacción eterna por no dedicar más tiempo y esfuerzo a eso que te
hace volar, a eso que te transporta, que te hace realmente feliz, que da
sentido a tu vida.
No se trata de echarlo todo por la borda, ni mucho menos, se
trata de hacer pequeños reajustes en tu vida para darle un mayor sentido a tu
día a día, y una mayor coherencia entre lo que haces, lo que dices y lo que
piensas. Se trata de dar espacios a tu ser para crear y que no muera de
inanición por las obligaciones, el trabajo, las cargas familiares, los
compromisos, tus miedos y una larga retaíla de condicionantes que se interponen
entre el camino de tu autorrealización y tú.
El día que haces callar la mente y escuchas más tu corazón
te das cuenta de muchas cosas que hace tiempo te estaban llamando pero tú no
las escuchabas… como ibas a escuchar si la mente no para, como un mono que no
para de saltar y de hacer ruido? Cómo ibas a escuchar tu guía interior si tu te
tapabas los oídos?
Esa misión de vida ya venía contigo, ya te llamaba mientras
tu hacías oídos sordos. Esa misión de vida ya iba a tu encuentro mientras tu
huías de ella contaminada por tu entorno, ciega y sorda, absorta en su vida
cotidiana…
Reconoces tu misión de vida por la ligereza que te trae, por
el alivio que sientes al reconocer eso que viniste a hacer, por la felicidad
que te embriaga, por la paz interior que te trae al saberte en el camino
correcto…porque casi por arte de magia todo se vuelve más simple, más sencillo,
más liviano. Es como si todos los astros del universo se alinean a tu favor y
te dijeran: “Sígueme, sin miedo. Confía en mí” y tu, sin más, te rindes al
camino que se abre ante ti. Un camino vivido desde el corazón, donde parece que
el peso de la rutina se desvanece e ir a trabajar se convierte en un gozo de
vivir, un placer constante porque amas lo que haces, y vives de lo que amas…
Os deseo de todo corazón que vuestro destino y vosotr@s os crucéis cara a cara...
Con amor,
Cintia
Os deseo de todo corazón que vuestro destino y vosotr@s os crucéis cara a cara...
Con amor,
Cintia