Actualización 19 de marzo 2016:
Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com
He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!
Cintia
Ya he transferido completamente éste blog a mi nuevo blog www.cintiasloveinaction.com
He puesto mucha energía en él y me encantaría veros por allí.
Os espero con los brazos abiertos!
Cintia
(Entrada escrita literalmente durante los últimos días de mi
viaje por India del Sur. Verano de 2014)
Los periodos en los
que brilla la luz en nuestra vida, acostumbran a venir después de haber pasado periodos de oscuridad, de desorientación,
de desconexión con la vida, de cansancio físico y mental en los cuáles nuestra
alma anhela el encuentro de la paz eterna y verdadera. El camino por mi vida me
está llevando por todos éstos lugares, y poder entender los procesos internos que
empoderan nuestra alma y el momento
presente. Todo empieza a tener sentido de nuevo y en la búsqueda de
respuestas profundas y existenciales, el
camino se abre sólo ante nosotros.
Miro atrás y me doy cuenta de cuánto ha cambiado el panorama en mi vida en tan solo 2 meses. La
Cintia que se fue no es la que regresa… Siempre que hacemos un viaje, se
produce una transformación interna… algo cambia en nosotros!
Me encuentro en la
recta final de mi viaje por el sur de la
India y me veo a mi misma tan bien, tan equilibrada, tan feliz, tan sana,
tan radiante, tan plena y rebosante de amor y gratitud… que parece un sueño
toda aquella etapa oscura que viví hace apenas nada en mi vida. Una etapa llena de cambios que crean incertudumbre... llena de preguntas que necesitan respuestas... y llegan justo en el momento que deben llegar, ni antes ni después.
Parecía como si la luz no fuera a llegar nunca… pero sí, al
fin llegó. No un poco. No de manera sutil. Llegó de manera súbita, consistente,
firmemente decidida a entrar en mi vida y alumbrarme… por siempre?
En éstos momentos me encuentro en el balcón de nuestra
habitación (Amita y mía) en el ashram de Sivananda, en Kerala. Un instante mágico, a última hora de la
tarde, cuando después de la lluvia ha salido el sol, y mientras me acaricia la
cara, la música de Deva Premal enciende mi alma de luz, amor y gozo.
Siento que durante
éste viaje he atravesado muchas capas hacia el centro de mi ser. He pasado
muchas capas para irme sumergiendo cada
vez más en mi ser e ir conquistando esa esencia que habita en mí.
Los viajes son
momentos apasionantes en nuestra vida.
Momentos de lanzarse a la vida, de vivir tu propia verdad, de vivir tus sueños,
de sentirte libre y protagonista de tu propia vida, de morir y renacer ante
cada momento sublime que la vida te presenta en forma de regalos (amaneceres,
atardeceres, miradas, abrazos, tazas de té, respiraciones profundas que te
elevan, sonidos de la naturaleza, lugares dignos de contemplar…) Pero también
son momentos en los que afloran nuestras
emociones más ocultas, nuestros miedos, inseguridades, dudas… y más si
viajas sola y no tienes a nadie con quién compartir tus miedos o compartir la
toma de decisiones.
Siento que éste viaje ha sido definitivamente mi catapulta hacia la luz, el puente más
grande que he atravesado nunca hacia lo divino, el mayor viaje espiritual que
he hecho nunca en contacto conmigo… sintiéndome,
reconociéndome, valorándome, observándome, superándome día a día, minuto a
minuto, segundo a segundo… He ido atravesando cada momento bajo la luz de la
conciencia, bajo el prisma de la gran verdad que habita en mí, bajo la mirada auténtica y verdadera ya no más
corrompida por el mundo de las fantasías y el ego que domina nuestra mente
de modo inconsciente. Siento que he sido tocada por el gran rayo de la verdad
divina, y miro a mi alrededor cada
situación, persona y circunstancia con la profundidad del rayo láser que entra,
atravesándolo todo. Sacando a la luz, amplificando, retransmitiendo en vivo y en directo la gran verdad de mi alma, ya
no más ciega, ya no más sorda.
Éste viaje me está llevando a la práctica mi camino espiritual. Todo se está
prestando para que pueda aplicar tantas cosas que he leído y tenía almacenados
en mi disco duro en el día a día. El gran deseo
de verdad, transcendencia y transformación que ha nacido en mi me está llevando
a la alquimia del alma. A ver las
posibilidades en las dificultades. A ver las oportunidades en las
frustraciones. A ver lo bello en lo mundano. A ver lo divino en lo terrenal.
Todo este proceso interior de profundo despertar que estoy
viviendo (como si me hubieran saqueado de la cama) me ha llevado a un estado de
profunda felicidad y paz interior, probablemente como nunca antes había
sentido.
Estoy ardiente de verdad, ardiente de trascendencia y una
vez más, siento que muero y renazco a
cada instante… (y al decir una vez más… me vienen a la mente muchos
momentos de éxtasis, y sublime gozo de vivir que ya he vivido en otros momentos
de mi vida…).
Me viene una palabra a mi mente. AMOR. El amor está siendo mi gran compañero de viaje. El amor hacia la
vida, hacia las personas que se han ido cruzando en mi camino (anónimas o
amigas, haya hablado o no con ellas… mi amor va dirigido hacia ellas en
reconocimiento a su alma). Siento que mi
corazón se ha expandido como una nube de gas que lo impregna todo… y supongo
que así debe ser cuando muchas personas que he conocido han afirmado sentir que
mi amor les llegaba y les calaba hondo en su alma…
Siento en todo momento, y de un modo muy consciente, que mi
alma vibra en la frecuencia más elevada del amor (al menos de la que yo conozco
hasta ahora) y siento que ese amor me
sale del alma en forma de sonrisas, abrazos y un sentimiento de profunda
compasión hacia todo y todos los que me rodean.
Siento que formo
parte de un plan divino perfectamente trazado. He venido a la Tierra a
realizar una misión de difusión de amor, paz y libertad, y yo me presto a la
vida. Me entrego, me rindo a ella. Uno
mis fuerzas y mi alma a las fuerzas superiores que rigen mi vida y mi destino y
con una confianza ciega me lanzo a VIVIR, viajando a través de la luz,
desafiando a la oscuridad, empoderando mi alma.
He trascendido, y seguiré trascendiendo. Éste es sólo el
principio de una vida espiritual, auténtica y verdadera que no tiene principio ni fin… porque
durará toda mi vida.
Sólo doy las gracias al Universo por todo el coraje que me
está dando, y pido poder seguir
recibiendo ese mismo coraje, determinación, fuerza, ilusión y entusiasmo para
seguir el camino que dicte mi corazón… rumbo a mis sueños y a una vida
llena de sentido!!!
Hasta pronto… querid@s amig@s!!!